- Área: 245 m²
- Año: 2012
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Fotografías:Ricardo Santonja
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El proyecto nace desde la necesidad de ejecutar una serie de columbarios en la ampliación del Cementerio de Robregordo, en la Sierra de Madrid, finalizado unos años antes. El acceso, desde la nueva ampliación, no presenta ningún ámbito a cubierto en el que poder realizar la espera de duelo a la llegada del féretro o las cenizas; una puerta a modo de cancela, un muro perimetral de sillares de granito irregulares que separa el interior del exterior y dos cipreses colocados de manera simétrica para su ubicación desde una posición más lejana son los tres elementos preexistentes.
Con la propuesta, además de responder a la necesidad de ubicar veintiún columbarios, se ofrece una zona a cubierto que marca el acceso y un lugar de espera, a modo de refugio, en caso de lluvia, nieve o sol excesivo. Se ejecuta un volumen de hormigón blanco encofrado a tablilla sobre el muro de granito que arranca desde el interior y sobresale al exterior a modo de pérgola, ubicando la primera fila de 7 columbarios.
Desde el acceso, los llenos y vacíos sobre la estructura de la pérgola a través de un sistema de vigas que compensan su vuelo permite un juego de luces y sombras. El volumen de hormigón se separa en el apoyo del muro, en el plano horizontal, permitiendo incorporar una fina línea de luz horizontal que ilumina el acceso durante la noche.
Se decide suprimir uno de los dos cipreses y conservar el otro, subrayando el árbol como objeto y símbolo de duelo. Adicionalmente, la tensión entre ciprés y pérgola, a cada lado del acceso, se potencia por el carácter horizontal de la pérgola frente a la verticalidad del ciprés. Este nuevo volumen que genera el acceso además dialoga con el acceso tradicional en el otro extremo del cementerio, en una relación más lejana, a través de la composición de las cubiertas y el juego de apoyos de ambos, ofreciendo una relectura del antiguo acceso.
Al interior y desde la pieza de hormigón, se descuelga una segunda caja de acero cortén que alberga dos filas más de otros siete columbarios, separándose ésta tanto del muro de granito como de la losa inferior de hormigón y sin llegar a apoyar en el pavimento.
Las tres filas de columbarios presentan la misma geometría, a pesar de la diferencia de material empleado: el plano de cierre del hueco del columbario se retranquea respecto del plano vertical para albergar en su parte frontal una bandeja, a modo de macetero, cuyas alturas permiten tanto la plantación de plantas bajas o sin tallo, como cualquier otro tipo de flores más altas.
El ancho de las vigas de hormigón se convierten, en la caja de acero cortén, en casilleros metálicos huecos que permiten almacenar los pequeños utensilios de limpieza y suministro de agua a las flores y plantas que se depositen. Su tapa presenta una cerradura tipo buzón para su conservación. Finalmente se finaliza la actuación disponiendo dos bancos a cada lado del muro que permita al usuario reposar al mismo tiempo que contempla el paisaje.